jueves, 29 de enero de 2009

¡AY, SI LLEGARA EL OTOÑO!

¡Ay, si llegara el otoño
con sus abanicos!
Ya ni la brisa da sus caricias,
la horas pasan
sin tu voz tierna, sin tu sonrisa,
y las abejas parecen avispas.
El otoño, no es otoño¾:
es una hojarasca
a modo de alfombra antigua,
que abarca mi redor
y me deja sin respiro.
En medio de todo
un murciélago con vista de águila,
no me deja quieta.
De tal manera su ímpetu hostil
que la propia virgen
hubiera resbalado.
Mas yo persisto en respirar.
¡Ay, si llegara el otoño
con la mejor de sus frondas
a mis pies!
Yo resbalaría en tu búsqueda
sobre los pétalos del rododentro.
Y sé que donde te encuentres
al verme en peligro
me tomarías entre tus brazos
como gesto auxiliador.
Más tu voz apacible sería:
_¡Ven mi capullo
quita las zarzas de mi alma
y pon tu miel y hasta tu veneno dadme!
Entonces te dejarías arrastrar
por mi alud: ¡el alboroto de mi corazón
hasta llegar a mi alfombra!:
esta que guardo para ti
salpicada de solsticio
y besos otoñales.
¡Ay, si llegarta el otoño!

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