Aún late en mi sien 
el beso que me diste tan viril 
aquella mañana al clarear 
ahogando mi llanto 
para decirme adiós 
para decirme, espérame. 
Pero el tiempo pasa a raudal 
el silbo del cartero 
el consejo del amigo 
cada rosicler son cómplice 
de tu ausencia sin final, 
me lastiman como cardos 
cuando zurcen el vacío de mi corazón.
¡Ay, Dios mío! 
Tú que ves mi acostarme 
y mi levantarme 
tú que sabes de llagas carcomidas 
tú que ensalzas mi oración
por tu gran amor 
regrésalo 
a mi. 
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Querida Mari Luz, versos con una emotiva carga de sentimientos que como siempre me han llegado al alma
ResponderEliminarFelicidades corazón, un beso grandetella