Amar ciega y rasgarme en el desvío,
 ser lumbre y esculcarte en los abrojos 
como el trasgo detrás de tu extravío, 
espiga trepadora en los rastrojos. 
Manojo fiel y asirme en el vacío 
echar hinojo al vértigo en mis ojos
 al ver rodar mi polen tan baldío,
 ¡Ay, los dados más cruel de tus arrojos!
 Sonó así el vals de toos mis enojos. 
¿Ahora? ¿Te deleita mi rocío 
con el más picaflor de los antojos? 
No creo saludable los despojos 
si un césped a mi flor su regadío 
sanó el estigma y todos los marojos.
 
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