¡Ay, gitanillo de tierra adentro! 
Después que te di abrigo 
y bebiste en mi copa sin oro y sin ná. 
¡Qué extraviado te siento! 
Es olor de otro ajuar 
que me reta a lidiar, por tu amor. 
Hoy vamos a poner
 las cartas sobre la mesa. 
Hablemos claro: 
¿Qué te pasa conmigo? 
¿Por qué tanta sordera? 
¿De quién tu mordente mudez? 
¿Quién te tiene malherido 
con sus heces que te da a beber? 
Ya lo sé todo: veo entre los dos 
una saltarina que te besa, 
te abraza, enseña sus carnes 
y se muere de risa: ja, ja, ja... 
¡Aquí la chula soy yo! 
Si me quieres conocer
 no te metas en careo de mujer 
y déjame, así ¡Verónica! 
Tengo el miedo en el basto 
y anestesia en mi piel, 
soy gitana zalamera 
con el mundo en pos de mi, 
doy la fe y la caridad 
pero en este lance resuelto 
pondré mi espada en trance 
y daré una zumba punzante 
a la daga de esa mujer.
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